"Yace un convento en una profundidad horrenda. Yace, digo, porque esta como en una lóbrega sepultura."
Nuestra propuesta cicloturista otoñal de este fin de semana transcurre por un paraje muy herido por lo natural, pues buena parte discurre por una profundidad no ponderable, y concavidad indecible, bien apartada de poblaciones, con zonas aisladas por las aguas que la horadan y la cercan. Son muchas las nieblas que la ofuscan, y a cada paso las piedras se desgajan, porque son de una clase deleznable, porque las desunen las muchas lluvias, los calores del verano y los hielos del invierno. Considerada por algunos como una profundidad horrenda donde no pueden vivir ni las fieras.
Un "desierto" como gusta llamar a los franciscanos a estos lugares apartados, donde hace 4.000 años se crearon una serie de estaciones de pinturas rupestres. Al borde del precipicio un abrigo con 182 pequeñas imágenes que representan figuras humanas, animales y símbolos abstractos de forma esquemática, destacando un pequeño antropomorfo de apenas 5,5 cm de largo, con el cuerpo en negro-azulado, sobre el que se han añadido, en rojo, la cabeza con tocado y elementos de adorno en el cuerpo y manos además de una cola posterior. En la parte superior del conjunto se encuentran dos figuras una tumbada y otra en pie alzando un objeto que podría ser un hacha o una alabarda, lo que ha llevado a considerarla como una escena de violencia. Según investigadores de la UNED ese color azulado esconde un mineral que nunca se ha utilizado con fines pictóricos en la prehistoria, y que no se encuentra en estas tierras. Sin duda, la representación de la lucha de estos primeros hombres contra un ser sin identificar, tal vez un demonio, monstruo o genio maléfico, que tuvo lugar en estos parajes y que durante siglos comunidades de eremitas, santos y frailes continuaron con esta tradición custodia de este barranco mágico.
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7:30 h. en la villa segoviana de Sepúlveda, comienza a amanecer, conforme me ido acercando en coche, el medidor de temperatura ha ido bajando hasta fijarse en los - 6º de temperatura en estos primeros instantes del alba, ¡vaya con Castilla!. Desde un parking a la entrada de la ciudad comienzo a dar pedales con sus habitantes aun dormidos, entrando por la Puerta del Postiguillo Km.0,443 y comenzando a ascender hasta llegar a la iglesia de la Virgen de la Peña en el Km. 0,882 de la travesía. Ningún alma, tónica habitual durante todo el viaje, y que en ocasiones se agradece.
Cuando alcanzo la plazuela de la iglesia de Ntra. Sra. de la Peña me percato de una señal inequívoca de que voy por buen camino, en el dintel de la puerta de acceso un pantocrátor que nos observa y a su derecha el DRAGÓN, luchando con el caballero, una clara representación del apocalipsis de San Juan. ¡AQUÍ HAY DRAGONES!.
Junto al antiguo cuartel de la Guardia Civil cojo el camino (senda de los dos ríos) que sale de la villa medieval en dirección oeste, en pos del barranco del río Duratón.
1,795 - Dejo cualquier vestigio de civilización a través de la monumental Puerta de la Fuerza, desde en la que uno se precipita al fondo de este cañón formado por el continuo discurrir de este Duero pequeño que es lo que significa Duratón. Una bajada empedrada utilizando la materia prima del terreno que en ocasiones forma escalones que hacen que sea un descenso técnico. Una calzada romana que pone en manifiesto el pasado romanizado de esta ciudad, y el uso del barranco como vía de comunicación hacia el oeste.
2,335 - Ya en el fondo se llega al Puente Picazo que cruza a la orilla derecha del Duratón, que no dejaremos hasta alcanzar el que para mí es el meandro o hoz más espectacular del Parque Natural. Es bonito recorrerlo en cualquier época del año pero se me antoja algo mucho más especial en el otoño.
2,777 - Subida vertical, vamos, utilizando escaleras, que obligan a echarse la bici por montera hasta alcanzar una pasarela que va pegada a la pared del barranco y que de nuevo va bajando delicadamente a la rivera del río.
En esta soledad que tanto agradecieron los antiguos ermitaños que habitaron este barranco durante siglos, se me viene a la cabeza el episodio ocurrido a finales de la década de los noventa en una localidad a pocos kilómetros de este lugar, donde un pastor encontró casi trescientas ovejas muertas con la marca de un pequeño orificio de un punzón como única señal de lo ocurrido, y para más inri, totalmente vacías de sangre, como es lógico la inquietud y la angustia hicieron presa de las gentes. Los niños dejaron de ir al colegio y las armas se prepararon para ser disparadas. Lo más extrañamente curioso, un detalle no poco importante para los pastores fue que los buitres, animales más que habituales en esa zona, se negasen a degustar ese privilegiado festín de miles de kilos de carne muerta. En tan solo una hora el habilidoso animal, esa bestia había provocado toda una matanza en una sola noche. Oficialmente se descartó que fuese un lobo, pero si no fue un lobo, ¿qué extraña especie pudo cometer ese desaguisado? Además los animales no mostraban ningún síntoma de haberse defendido, apareciendo con un gesto de una extraña sumisión. Como si uno a uno, a cada animal le hubiese ido succionando su sangre y sus vísceras. El Seprona realizó varias y extensas búsquedas, intentando dar con el enorme carnívoro que mantenía en estado de pánico a los lugareños, pero no pudieron dar con él.
Soy consciente que soy una víctima fácil en este desfiladero, y recuerdo que este ser ha estado campando a sus anchas desde hace milenios como atestiguan las pinturas rupestres a pocos cientos de metros del mirador que voy alcanzar en este mañana y de cuyo conjunto he comentado en la introducción de esta ruta.
2,965 – Aquí comienza verdaderamente el camino por el barranco o cañón que une Sepúlveda con el Puente de Villaseca, por una senda tapizada con las hojas otoñales que se encuentran escarchadas, produciéndose el tan característico ruido que genera al pasar las ruedas de nuestra bicicleta. Un recorrido por este profundo desfiladero de 10,12 Km. de recorrido, que tiene algunas, pocas, partes técnicas, pero muy ciclable en general, pedaleando con la precaución del que no sabe que hay debajo de la hojarasca en esta su primera travesía y por ello extremo la prudencia para evitar cualquier tipo de accidente. Tardando poco más de una hora para completar el recorrido, pudiendo acelerar la marcha en los últimos kilómetros de esta primera parte.
Respecto a eso que las hoces de Duratón son un microclima, mis cojones cascabeles, un frio terrible en el fondo de un barranco donde los incipientes rayos de sol entraban solo en algún giro de los meandros que lo forman. Las extremidades de los pies las tengo insensibles. Nada que ver con la temperatura que soportamos en la transierra de la ciudad y tierra segoviana, como lo fue Serranillos del Valle – Madrid.
Me sorprende la gran cantidad de restos de fogatas que hay en el fondo del barranco, que en algún caso se les había ido de las manos, es un peligro esta clase de acciones para el Parque Natural y debería estar más controlado.
13,12 - Se alcanza el Puente de Villaseca que se eleva sobre el río, que sirve para comunicar la localidad de Villaseca con el resto de pueblos de la comarca y donde el cañón se abre para luego volverse a estrechar. Pocos metros atrás he dejado el acceso a la Cueva de los Siete Altares. A la altura de un chiringuito cerrado un ciclista prepara su bicicleta tras bajarla del coche, es un alivio encontrarse con otro loco que se atreve a rodar en una mañana tan fría por tan singular paraje.
14,97 - Fin del "camino oficial", hay que tirar de GPS, se acabaron las señales, ahora hay que tirar para arriba por nuestra derecha por una ladera a trompicones ciclable y a otras habrá que echarse la bici a los hombros para trepar por las paredes del barranco de hasta el 13% de pendiente, pasando de los 876 m. de altura a los pies del río a los 939 m. en el alto de la pared del barranco. Normalmente no me hace gracia tener que echar el pie a tierra y arrastrar la bicicleta, pero es de muy agradecer para que vuelva a circular la sangre por los pies y los dedos comiencen a responder. Conforme salgo del profundo barranco el sol comienza a acariciar este frío cuerpo, esto y la escalada hace lo necesario para volver a tonificar el body. Al borde del precipicio me meto un platanito entre pecho y espalda muy rico.
15,67 - Llego a lo alto de un estrechamiento o estrangulamiento que forma de nuevo el río, donde enlazaré con el Cº de la Molinilla que conectaba Villaseca con la ermita de Nuestra Señora de la Calleja (actualmente en ruinas) a unos pocos metros al Oeste del punto donde he llegado, en el pico que forma el brazo, por falta de tiempo no bajo a ver los restos de la iglesia de la Molinilla, lo dejo para otra ocasión.
Un camino arenoso sembrado de cantos sigue subiendo dirección norte por la ladera, 100x100 ciclable con los pies ya recuperados. Podemos ver restos de modernos refugios de piedras para hacer vivac en esta estepa. Considerado como Puerto de 4ª Categoría de 2,5 Km. con pendiente media del 5% y un desnivel + acumulado de 150 metros.
18,35 – Cruce con el antiguo Cº de la Hoz, girando a nuestra izquierda por unos caminos que cada vez son más estructuralizados, pero esto solo será un espejismo, pronto desaparecerán bajo mis ruedas. En este punto utilizo el track que he generado a partir de antiguas cartografías, ortofotos y catastro que me permitirá acceder al MIRADOR.
18,95 – Salimos del Cº de la Hoz para conectar cerca de los restos de una taina con el Cº de la Batanera, que en la actualidad es una senda invadida por los cantos desmenuzados que siembran todo este desierto al borde de este tajo natural.
Una de estas bifurcaciones no llevarían donde se encuentran las pinturas rupestres que he mencionado en líneas anteriores pero cuya visita dejo para futuras ocasiones.
20,13 – Llega el momento de dejar la bici apoyada en los restos de unas estructuras desmoronadas de piedra. Faltan 200 metros para llegar al objetivo y será más rápido llegar sin ella.
20,36 – 11:00 de la mañana, alzanzo el MIRADOR desde la orilla derecha del Monasterio de Ntra. Sra. de los Ángeles de la Hoz, fuera de los circuitos turísticos convencionales del Parque Natural y de los comunes de los mortales, donde hay que extremar la precaución al encontrarnos al borde del precipicio, ¡cuidado con los selfies extremos!. Desde esta perspectiva se me antoja ver la cabeza de un dragón recostado en el lecho del río, de una bestia que señalaba el inicio de la ruta.
La visión del caudal del río es deprimente, la sequía que estamos viviendo en el 2017 ha reducido considerablemente la masa de agua que normalmente inunda este hachazo en la planicie segoviana, no obstante, es la visión que tenía originalmente, antes que se construyera la presa de Burgomillo, un hilo de agua, eso sí, bravía, pudiendo acceder al monasterio siguiendo el mismo cañón desde Sepúlveda. Si nos fijamos bien en la foto podemos ver los restos del puente que cruzada de una a la otra orilla.
La ubicación del convento fue descripta por el Franciscano Fray Felipe Vázquez en su obra Historia de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz (Valladolid, 1786) de la siguiente forma:
"Yace un convento en una profundidad horrenda. Yace, digo, porque esta como en una lóbrega sepultura."
Según relata la obra de Fray Felipe Vázquez el monasterio contaba con:
"En esa pequeña lengua de tierra que antes mencionábamos existía, según este autor, «una hermosa capilla o iglesia muy acomodada con dos naves, coro muy bueno, sacristía suficiente, hermoso camarín .../... Y para sus capellanes, pobres de solemnidad, el mismo corto espacio referido tiene una muy religiosa clausura, y convento, con todas las correspondientes oficinas, claustro alto, y bajo, tránsitos y dormitorios, y en suma no se echa de menos cosa alguna que tenga el mejor Convento de esta Santísima Provincia, y que pertenezca para la regularidad de una comunidad de Veinte y ocho religiosos, o treinta que suelen habitarle .../... Para obsequiar a los huéspedes devotos, hay también en dicho corto distrito una capacísima Casa, y plazuela, y es una admiración del ingenio, ver como en tan pequeño campo se ha hecho para todo esto lugar."
Los cronistas franciscanos dan testimonio de que el convento fue fundado en el año 1231 por monjes de esa Orden. No se conservan documentos originales que daten su fundación ni permitan saber la historia de lugar antes de ese año. Fray Felipe Vázquez señala que la existencia de un templo primitivo que remonta a antes de la invasión de los bárbaros (a finales del imperio romano) y señala que dicho templo estaba dedicado a la Virgen y a San Pantaleón (predicador y mártir del siglo III). Se ha verificado la existencia de una comunidad de eremitas que residía, aislados unos de otros o en pequeños grupos, en las cuevas de la zona, la más relevante de estas es la cueva de los Siete Altares, gruta convertida en iglesia de origen visigótico. Este mismo monje, Fray Felipe, señala en su obra la existencia de monjes de la Orden de San Benito antes de la invasión árabe de la península. Se estima que en este mismo lugar habría alguna construcción religiosa perteneciente a los benedictinos. Se tiene constancia de que el priorato de San Frutos fue donado por los reyes al Monasterio de Silos en el año 1076 y su iglesia fue consagrada en el año 1000 lo que atestigua la presencia religiosa en el lugar. La fundación de los franciscanos está ligada con la fundación del convento de Ayllón y Fray Bernardo de Quintaval, primer ministro provincial de esa Orden en España así como con su sucesor Fray Juan de Parente que llegó a ser General de la Orden en 1230. El 7 de septiembre de 1492, en el transcurso de una tormenta, se derrumbó el convento pero se salvó la iglesia (donde estaba rezando maitines toda la comunidad). La reina Isabel la Católica encargó las obras de reconstrucción que terminó Felipe II quien también añadió la hostelería. Isabel la Católica era ferviente devota de la Virgen de la Hoz y visitó en varias ocasiones el convento, en donde tenía alojamiento propio. Sus armas aparecen en varias estancias del convento. Felipe II lo visitó en 1565 y realizó diferentes obras que dieron como resultado la construcción de una plaza y una casa de huéspedes. Hay testimonio de esto en una inscripción que dice El católico Felipe segundo rey de las Españas vino aquí año 1565 y dio limosna para esta plazuela y para toda la obra nueva de esta casa. En 1587 crea el patronato de la iglesia por Francisco de Proaño, regidor perpetuo de la villa de Sepúlveda. Pasando después a Baltasar Gonzáles de Proaño, Caballero de la Orden de Alcántara. Con la desamortización de Mendizábal en 1835 se abandonó el convento definitivamente. La imagen de la Virgen de los Ángeles de la Hoz fue llevada a la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Sepúlveda. Por motivo de las obras de restauración de dicho templo fue recogida por la familia Lara, descendiente de los patronos del monasterio, los Proaño. Después del abandono de los franciscanos permaneció en el convento una familia de guardas hasta mediados del siglo XX.
Comienza un regreso que será más cómodo y veloz que la ida.
22,29 – Volvemos al cruce que habíamos dejado en el Km. 18,35 , se agradece la facilidad para rodar que proporcionaran los caminos y carreteras que vendrán a partir de ahora.
23,06 – Cruce con la Pista de Villaseca a San Frutos, por falta de tiempo omito acercarme a la ermita de San Frutos, y ya lo conozco y estar saturado de turistas, por lo que continuo por mi derecha en dirección a la población de Villaseca. Una pista polvorienta muy transitada por la gran cantidad de turistas que se acercan al emblemático lugar de San Frutos.
24,52 – Localidad de Villaseca donde comienza el asfalto que me llevará de vuelta a Sepúlveda. Empiezo un rápido descenso otra vez al fondo del barranco que forma el Duratón.
28,01 – Puente de Villaseca sobre el Duratón, que en kilómetros anteriores habíamos pasado por debajo, comenzado el Barranco del río de San Juan.
29, 32 – Uno se topa con un Puerto de 4ª Categoría hasta Villar de Sobrepeña, una subida de casi 3 Km. con una pendiente media del 5% y máximos del 8% y un desnivel + acumulado de 150 metros.
32,20 – Se llega a lo alto, al conocido como la Cruz del Muerto y comienza un falso llano en dirección a Villar de Sobrepeña.
33,76 – Cruzo Villar de Sobrepeña.
36,85 – Paso junto a los restos de una antigua cantera, comenzando un rápido descenso hacia Sepúlveda, donde en la umbría hay placas de hielo.
39,29 – Alcanzo las afueras de Sepúlveda.
41,57 – Llegada al Parking a las 12:30 h., doy gracias de no haberme topado con "la bestia” y llegar a mi coche sano y salvo… A las 14:20 h. de vuelta en casa. Y como siempre digo vuelvo a casa echando en falta todos los lugares que no he podido visitar... No importa, mañana Las Hoces del Río Duratón seguirán esperándonos…
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