¿QUIERES DESCUBRIR UN LUGAR MÁGICO Y LLENO DE HISTORIA?
Te invito a conocer el Jardín Secreto de los Yazulas, una ruta circular de 66,52 Km que atraviesa las tierras de la provincia de Toledo más cercanas a Madrid, y que te sorprenderá con sus hermosos paisajes y patrimonio cultural.
El Jardín Secreto de los Yazulas se encuentra en Majazul, donde podrás admirar una antigua alquería árabe rodeada de 70 hectáreas de almendros en flor. Si bien la floración se ha adelantado este año, por lo que al día de hoy no lo encontraras en plena explosión de color, dado que ya buena parte de sus flores cubren el suelo por donde rodaras, no obstante sigue siendo un espectáculo natural ver los almendros plantados en seto con sus distintas variedades: Avijor, Soleta y Penta. La finca fue el hogar de los Yazula, una tribu bereber que llegó a la península ibérica en el siglo XI y dejó su huella en esta zona.
La ruta comienza en la Carrera Toledana y pasa por el puerto de Carboneros, donde podrás disfrutar de impresionantes vistas de las lomas cubiertas de olivares. Luego, llegarás a la aldea de Bujazadán, una de las antiguas alquerías árabes que conserva su encanto y que se cree que fue llamada Torre de los Leones. Cruzarás el arroyo Vallehermoso, que forma un pintoresco valle, y luego te dirigirás a Camarenilla, donde podrás admirar las vistas del aeródromo, cuya pista de aterrizaje se encuentra a pie del camino que estás recorriendo, literal.
El último tramo de la ruta te llevará al Jardín Secreto de los Yazulas, el punto más destacado del recorrido. Allí podrás entrar en contacto con la naturaleza y la cultura de este lugar único, que ha sido testigo de la historia de los árabes, los cristianos y los bereberes. Si tienes suerte, podrás contemplar los almendros en flor, que le dan un aspecto mágico al lugar.
En tu camino de regreso, no te pierdas el recinto que alberga la Sagrada Oliva de la Virgen de Recas, un olivo milenario que reconforta al viajero después de haber ascendido el puerto de 4ª categoría de Carboneros.
Sin más, la ruta del Jardín Secreto de los Yazulas es una oportunidad única para descubrir la belleza natural y cultural de la provincia de Toledo, y para conectar con la historia y la tradición de este lugar mágico.
ÉRASE UNA VEZ
Era un domingo soleado de principios de primavera y Emma se había propuesto un reto: recorrer en bicicleta 35 kilómetros desde Serranillos del Valle hasta el Jardín Secreto de Los Yazulas, un lugar que había descubierto por casualidad en un mapa y que le había llamado la atención por su nombre. Según había investigado, se trataba de una finca de almendros en flor de reciente plantación en una finca que tenía su origen en la época musulmana, cuando una tribu bereber se asentó en esas tierras, es lugar es conocido actualmente como Majazul, que significaba las casas de los Yazulas.
Se preparó bien para la ruta: llevaba agua, comida, ropa adecuada, casco, guantes y un GPS con el track descargado. También llevaba el móvil cargado para hacer las fotos para que inmortalizaran los paisajes y los lugares históricos que iba a visitar. Salió de Serranillos del Valle por el camino conocido como Carrera Toledana, una antigua vía pecuaria que unía Toledo con Segovia. A su paso se encontró con campos reverdecidos con la primavera, colinas suaves.
La joven disfrutó mucho de estos primeros kilómetros de la ruta, pero lo mejor vendría más adelante, que la llevó hasta Cedillo del Condado, donde dejó la Carrera Toledana para tomar en Lominchar el Camino Real de otro camino histórico que bajaba al río Guadarrama. Allí cruzó el puente entre el Castillo de Canales y la población de Recas, dos lugares que le recordaron la importancia estratégica de esa zona durante la Reconquista.
Después de reponer fuerzas en Bujazadán, se puso de nuevo en marcha. Le quedaba la parte más emocionante de la ruta. Siguió por el camino hasta Camarenilla, donde antes de llegar a él, paso junto a la pista de aterrizaje del aeródromo de dicha localidad donde, de pronto, escuchó un ruido ensordecedor y vio cómo otra avioneta pasaba rozando su cabeza. Emma se asustó mucho y provoco que se callera de la bicicleta. Se levantó enfadada y se acercó al aeródromo a pedir explicaciones tan temerario piloto.
Allí vio a un hombre con un casco y un mono de piloto que bajaba de la avioneta. Emma le gritó: - ¡Oiga, usted! ¿Qué le pasa? ¿No ve que casi me mata? El hombre se quitó el casco y le miró sorprendido. Era joven y guapo, con el pelo rubio y los ojos azules. Le dijo: - Lo siento, señorita. No la había visto. Es que estaba aterrizando y tenía que pasar por ahí. - Pues tenga más cuidado la próxima vez. Podría haberme hecho mucho daño. - No se preocupe, no volverá a pasar. ¿Está bien? ¿Se ha hecho alguna herida? - No, estoy bien. Solo un poco asustada. - Me alegro. Perdóneme otra vez. Soy Carlos y soy instructor de paracaidismo. Le contó que llevaba años saltando y que le encantaba la sensación de libertad y adrenalina que le producía.
Tras vadear de nuevo el arroyo de Vallehermoso y subir el repechón hasta las Casas de Majazul, que en 1204, aparece como Qarya Manzil Ŷazūl(a) > Manzel Chazu > Manzil Ğazūl > Majazul, ya romanceado que vendría a decir albergue, villae (romana), lugar, cortijo, morada en el sentido más amplio, de la fracción de los Ŷazūla o Gazules, beréberes pertenecientes al grupo de los Ṣinhāŷa. Los Yazula eran una tribu nómada beréber del sur de Marruecos que arribaron a Algeciras sobre el 1086 procedente del norte de África, introduciéndose en la península ibérica con el poder almorávide (1086-1147).
Allí se encontró con un paisaje espectacular: miles de flores blancas y rosas cubrían las ramas de los árboles, formando un manto de color y aroma. Ella se quedó maravillada ante la belleza del jardín. Se bajó de la bicicleta y se adentró en el sendero que lo recorría. El aire olía a almíbar y a primavera, y el sol se filtraba entre las hojas creando un juego de luces y sombras. La ciclista se sintió como si hubiera entrado en un cuento de hadas, estaba en el Jardín Secreto.
Nuestra protagonista se sentó junto a la anciana y escuchó con atención la historia del pescador. Era un cuento lleno de maravillas y de peligros, de genios y de magia, de deseos y de trampas. Emma se quedó asombrada por la astucia del pescador, que logró engañar al genio malvado que quería matarlo, y por la generosidad del genio bueno, que le concedió tres deseos. La anciana le contó el cuento con tanta gracia y emoción, que Emma se olvidó del tiempo y del mundo. Se sintió transportada a otra época y a otro lugar, donde todo era posible.
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Desde allí enlazo con las rodadas por las que había venido cerca del río Guadarrama, pero esta vez con una sonrisa en los labios y una luz en los ojos. Se sentía feliz y afortunada por haber vivido esa experiencia tan especial. Mientras pedaleaba, iba pensando en los cuentos que había escuchado y en los que le quedaban por leer. Se dijo a sí misma: "Hoy he conocido a una persona maravillosa y he descubierto un lugar mágico. Hoy he aprendido algo muy importante: los cuentos son la vida". Antes de llegar a casa, tuvo que afrontar un puerto de cuarta categoría, que era una subida relativamente dura, pero que no le costó mucho gracias a su buena forma física y a su ánimo positivo.
También hizo una parada en la sagrada oliva o olivo de la Virgen de Recas, donde encontró descanso y paz. Allí rezó una oración y le dio gracias a la Virgen por todo lo bueno que le había pasado ese día. Luego continuó su camino hasta llegar a su hogar después de 66 kilómetros, donde su madre la esperaba con una rica cena. Emma le contó todo lo que había vivido y le mostró el libro que le habían regalado. Su madre se alegró mucho por ella y le dijo que estaba orgullosa de tener una hija tan valiente e inteligente. Emma le dio un beso y se fue a dormir, con el libro bajo la almohada. Esa noche soñó con genios y magos, con príncipes y princesas, con aventuras y amores. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.