«Napoleón otorgaba una capital importancia a los mapas topográficos y no configuraba ningún proyecto sin haber estudiado, no sólo un mapa, sino todos los mapas, todos los planos, todos los documentos, con demasiada frecuencia contradictorios, que se le podían proporcionar sobre la región que tenía a la vista»


Los amantes del Mountainbike de la zona sur de Madrid habrán remontado alguna vez el Monte de Batres / Monte Batres, mal conocido como Mortirolo, y digo mal conocido no por no asignarle su topónimo verdadero, sino por asignarle el nombre de un mítico Puerto italiano de Primera Categoría, cuando Monte Batres solo alcanza un Cuarta Categoría. Su nombre nace que es la única subidita del sur de los madriles, y además de la Cañada Real, sus senderos son rodados de arriba a abajo y de abajo a arriba. Muchas veces nos sorprende lo guarros que podemos llegar a ser los ciclistas con basura a base de envoltorios de gel que encontramos tirados.



Actualmente El Monte forma parte del PARQUE REGIONAL DEL CURSO MEDIO DEL RÍO GUADARRAMA, siendo un magnífico encinar (Quercus ilex subsp. ballota),con una destacable riqueza florística, creciendo en el subpiso especies como el jaguarzo morisco (Cistus salvifolius), la jara rosa (Cirtus albidus), jara pringosa (Cistus ladanifer), retama (Retama sphaerocarpa), labiérnago (Phyllirea angustifolia), tomillo salsero (Thymus zygis), tomillo blanco (Thymus mastichina), romero (Rosmarinus officinalis), torvisco (Daphne gnidium) y majuelo (Crateegus monogyna). También este monte alberga  una rica fauna, siendo zona de cría de especies amenazadas. Entre las especies faunísticas destacan el milano negro (Milvus migrans), jabalí (Sus scrofa), cárabo (Strix aluco), tejón (Meles meles), gineta (Genetta genetta), aguila calzada (Hieraetus pennatus) o el azor (Accipiter gentilis).




Pero lo que mucha gente desconoce es que ni MORTIROLO, ni MONTE DE BATRES eran los nombres por lo que era conocido, sino como BOSQUE DEL CONDE DE OÑATE, como se pude ver en su primera representación cartográfica a escala 1:100.000 de hace 212 años, en el mapa que mando levantar Napoleón Bonaparte en 1809.


Tras la nueva entrada en Madrid de las tropas napoleónicas en diciembre de 1808, los ingenieros geógrafos recibirán dos encargos de Napoleón cargados de simbolismo y que tendrán consecuencias importantes en la cartografía madrileña: la elaboración del plano 1:20.000 de los alrededores de la ciudad, con representación del bombardeo del 3 de diciembre de 1808, y la ejecución de un mapa a escala 1:50.000 que, tomando como centro la capital, habría de incluir las cinco residencias reales: El Pardo, El Escorial, La Granja de San Ildefonso, Rascafría y Aranjuez. En el caso de Madrid, los franceses no contaban con un plano propio durante los sucesos de mayo de 1808 y seguían sin tenerlo al abandonar la ciudad en julio del mismo año. Sólo después de la nueva toma de la ciudad, a comienzos del mes de diciembre, los ingenieros geógrafos del Bureau se pusieron a trabajar en la realización de un plano urbano a escala 1:20.000, trabajos que en primer lugar sirvieron como base a una representación conmemorativa del bombardeo que la capital sufrió entre el 3 y el 4 de diciembre de 1808.





Bureau Topographique de l’Armée d’Espagne constituido en Bayona el 27 de febrero de 1808 por orden directa de Napoleón, los trabajos de esta oficina topográfica regional se desarrollaron de hecho entre marzo de 1808 y julio de 1811, es decir, durante un período más corto que el correspondiente a la ocupación francesa. La mayor parte de los documentos cartográficos elaborados con ocasión de la Guerra de la Independencia, y en particular los más conseguidos, fue realizada por los ingenieros geógrafos franceses adscritos a l’Armée d’Espagne. En efecto, desde el mismo comienzo de la campaña militar, el Dépôt de la Guerre, por orden de Napoleón, destaca a una pequeña parte de sus miembros para constituir el Bureau topographique de l’Armée d’Espagne, que fue dirigido principalmente por el comandante Auguste Chabrier. En un primer momento, estos ingenieros geógrafos convivieron con los miembros del gabinete topográfico privado del Emperador, enviado a Madrid en mayo de 1808. Para el levantamiento del plano de Madrid y sus alrededores, entre enero y julio de 1809, participaron un número considerable de ingenieros geógrafos (Brousseaud, Bentabole, Benedetti, Bertre, Lerouge, Simondi...), aun siendo responsabilidad exclusiva de Bentabole el dibujo de las minutas.


Terrain compris depuis Somosierra jusqu’à Tolède et Ocana, [1809-] mapa manuscrito a pluma y acuarela, 161 x 65 cm. Escala 1:100.000
 
El origen de este mapa de desproporcionado formato vertical podría estar en un encargo hecho por Napoleón a los ingenieros del Bureau Topographique de l’Armée d’Espagne. Ese encargo parece haber estado cargado de simbolismo, por cuanto se trataba de una representación de los alrededores de Madrid que incluyese «las cinco residencias reales». Para este documento, que ilustra a la perfección los vínculos entre la cartografía y el deseo de controlar política y administrativamente un territorio, Chabrier ya había concluido, entre marzo y abril de 1809, la base cartográfica a escala 1:50.000. Hay indicios suficientes, sin embargo, para asegurar que su dibujo se concluirá después del final de la guerra: la fortificación del Retiro ya no está presente, y en los bordes del casco urbano de Madrid puede reconocerse la apertura de la Plaza de Oriente, fruto de las reformas urbanas impulsadas por José I. Sea como fuere, puede considerarse este mapa como la primera representación cartográfica moderna de una buena parte de la provincia de Madrid. Concretamente, nuestro Monte Batres se encuentra en la hoja central.

Para el levantamiento del plano de Madrid y sus alrededores, entre enero y julio de 1809, participaron un número considerable de ingenieros geógrafos (Brousseaud, Bentabole, Benedetti, Bertre, Lerouge, Simondi...), aun siendo responsabilidad exclusiva de Bentabole el dibujo de las minutas.


Si bien en este mapa aparecen los nombre de las poblaciones, en el caso muchas localidades de La Sagra madrileña y toledana no lo pone, se nota que esta parte no esta terminada, se puede ver el corte en el mapa en el dibujo que señala los montes, estando en blanco el Bosque que da origen a este artículo. Podemos ver como Batres, Serranillos y Griñón omite el nombre, pero no con Humanes, y las Moralejas, aunque confunda los nombres, pues donde aparece Moraleja Menos es MORALEJA LA MAYOR, y donde pone MAYOR, es la DEL MEDIO. Sin embargo el detalle de los núcleos urbanos es impresionante, pues en el caso de Batres esta señalado con una aspa el castillo, y en Serranillos aparecen los dos barrios. Vemos también en la parte superior el molino cuyos restos aun existen cerca de la desembocadura del arroyo de Los Combos con el Guadarrama. Y en la parte inferior, junto al río aparece la ermita de Santa María de Batres, actual yacimiento arqueológico de Carranque, en esta clase de mapas las ciudades y enclaves fortificados debían permitir a las tropas francesas, en constante movimiento, encontrar un refugio que les asegurase teóricamente el alojamiento y los víveres necesarios. En la práctica la intendencia del ejército francés resultó ser totalmente ineficaz, y las estancias en aquellos lugares fueron, en la mayor parte de los casos, sinónimo de penuria alimentaria y de incomodidad. Las ciudades y plazas fuertes jugaron un importante papel en los combates, obstaculizando la marcha de los cuerpos de los ejércitos contendientes cuando esos enclaves rehusaban capitular sin resistencia. Los enclaves fortificados adquirieron muy rápidamente una importancia capital en este conflicto marcado por la guerrilla, permitiendo asegurar, al menos durante el día, un control de las vías de comunicación. Con la Guerra de la Independencia, esta cuestión de las fortificaciones va a adquirir una importancia hasta entonces desconocida en las otras campañas militares napoleónicas. Aparece bien definidos los cursos fluviales, que es por donde empezaron para dibujar el mapa.

La vegetación constituye otro elemento muy importante a tener en cuenta en esta cartografía militar. En primer lugar, juega un papel fundamental en la estrategia, ya que puede encubrir movimientos de tropas, abrigar a la guerrilla o ralentizar el avance de las tropas. Así, por ejemplo, el general Sanson, jefe del Dépôt de la Guerre en la época, subraya en 1807 la necesidad de no omitir en el proceso de grabado de los nuevos mapas militares franceses «los matorrales y el monte bajo que forman parte igualmente de la clase de los obstáculos». Por medio de símbolos especiales, la representación de la vegetación forestal puede dar una idea de la posibilidad de aprovisionarse de madera, necesaria tanto para calentarse como para la realización de fortificaciones de campaña, como, por ejemplo, los blockhaus construidos por las tropas napoleónicas, destinados a controlar las grandes vías de comunicación.



En trozo de mapa que estamos viendo vemos como aparecen señalados unas zonas en un azul clarito, desconocemos concretamente lo que indicaban pero a buen seguro era alguna clase de cultivo, sabemos que se presta una particular atención a la localización y naturaleza de los cultivos. En este aspecto, nos encontramos con las preocupaciones relacionadas con el problema siempre crucial, sobre todo en la Guerra de la Independencia, del aprovisionamiento de las tropas. Los ejércitos napoleónicos vivían de las requisiciones, fuesen éstas oficiales o descontroladas, por cuenta de los propios soldados. Estas operaciones de aprovisionamiento alimentaban por supuesto el descontento de la población local.

En el caso de nuestro BOSQUE DEL CONDE DE OÑATE el detalle es extraordinario, tanto de los edificios que se encontraban en él, como de las vías de comunicación que lo surcan, por donde hemos pedaleado múltiples veces.


Croquis geográfico del País comprendido entre Madrid, Toledo, la orilla del Tajo, hasta Extremera y Guadalaxara / Por el Coronel, Dn. Pasqual Maupoey, Capitán de Yngenieros 1812

Los mapas y planos no solamente sirven a la estrategia y táctica militares, sino también a la dominación y administración del territorio conquistado. Desde ese punto de vista, uno de los objetivos que se planteaban los militares cartógrafos franceses en España era el de realizar un mapa que cubriese, con un tamaño abarcable pero proporcionando a la vez suficiente grado de detalle (como los de escala 1:100.000 o 1:200.000), la totalidad del territorio nacional o, al menos, una parte significativa de él.


¿Y quien fue el CONDE DE OÑATE? en esta época que nos referimos fue Diego Isidro de Guzmán y de la Cerda, XIV conde de Oñate, que aunque no he podido encontrar nada al respecto, mucho me temo que fue un colaboracionista o afrancesado, en la corte de José Bonaparte, y como muchos ilustrados como Goya sufrió la incomprensión de sus contemporáneos y posterior persecución de Fernando VII, pasando un tiempo en Burdeos - Francia junto a su familia antes que le permitieran regresar. Entre estos fieles a la causa de José Bonaparte abundaban los nobles, los eclesiásticos y los terratenientes partidarios del régimen absoluto como debió ser este personaje, cuyo bosque ha quedado olvidado su nombre.

Se me ocurre pensar que tal detalle de esta zona boscosa fue para indicar a los mandos franceses que ni se le ocurriera destrozar o arruinar el Bosque del conde afín, respetando sus posesiones por su servicios a la nueva corona.

Retrato del conde de Oñate. Burdeos, 1824

Es una pena que en la actualidad no podamos disfrutar de la totalidad de este BOSQUE, bien por ser parte de una propiedad privada y en otros casos por haber sido robados caminos públicos como bien denuncie en el 2013 en el artículo: