PROYECTO DE ITINERARIO
"Andando escrudiñando con la pobreza de mi ingenio como pudiese hacer algún buen fruto y provechoso servicio al curioso lector, y deseoso de saber no cosas vulgares sino por la experiencia muy notorias: pareciome ser cosa conforme a nuestro apetito (pues todos los que esta vida vivimos somos caminantes)..." Juan Villuga 1546
Lo primero es lo primero: la justicia de reconocer lo ajeno. A la Asociación de Amigos del Camino de Uclés, y en particular a don Manuel Rossi, se le debe gratitud. Ellos mantienen viva la llama de ese itinerario con un trabajo encomiable, y nadie con un mínimo de decencia puede dejar de aplaudirlo. No se trata aquí de competir ni de deslegitimar; lo nuestro es apenas una variante, un experimento casi arqueológico: rescatar los viejos caminos históricos para llegar a Uclés, la antigua Cabeza de la Orden de Santiago, evitando el paso por Madrid. Un proyecto en bicicleta que AHD —con más ilusión que fuerzas, como casi siempre— sueña con acometer cuando la primavera alargue los días y el sol nos regale horas de pedaleo.
La idea no nace del capricho, sino de la Historia. Porque Humanes de Madrid, punto de partida que proponemos, no es un lugar escogido al azar: fue sede de los caballeros de la Orden de San Juan, y Villuga lo consigna ya en 1546 en su famoso Reportorio. Desde allí arranca un trazado que, más que una ruta ciclista, es un viaje en el tiempo.
Conviene recordar que en 1769 una pragmática ordenó jalonar las rutas con leguarios de piedra: mojones que indicaban distancias y que, más allá de su función práctica, eran símbolos de orden en un país de sendas, ventas y atajos. Porque este camino del que hablamos no era cualquiera. Enlazaba Salamanca - universidad y faro intelectual del reino, con su picaresca y su latín - con Valencia, capital mediterránea, puerto poderoso y ciudad más poblada de España en pleno siglo XVI. Y en medio, Uclés: monasterio-fortaleza, cabeza y orgullo de la Orden de Santiago, que fue durante siglos mucho más que un lugar en el mapa.
Ay valencia a Sa-
lamanca xcij.
a quart j.
a chiua iiij.
a sietaguas iiij.
a requena iij.
a utiel ij.
alcaudete j.
ala venta nueua ij.
a pajazo j.
ala pexquera ij.
a campillo iij.
ala matilla ij.
alarcon iij.
al castillo v.
al villar de cañas iij.
al histo iiij.
a hucles iij. [Uclés]
a valenchon iij. [Belinchón]
a huente dueña ij. [Fuentidueña]
a chinchon iiij. [Chinchón]
a bayona iij. [actual Titulcia]
a val de moro ij. [Valdemoro]
a mostoles iiij. [Móstoles]
a naua la gamella v.
a robledo ij:
a naual peral iiij.
a auila v.
a santo tome iiij.media.
a saluadios iij.media
a cantarecillo media.
a peñaranda media.
a ventosa iij.
a huerta ij.
a Salamanca ij.
El primero que lo fijó negro sobre blanco fue Pedro Juan Villuga, valenciano, que en 1546, en Medina del Campo, publicó el primer repertorio de caminos de Europa en lengua vulgar. Nada de mapas ni adornos, sino un manual práctico, tamaño bolsillo (14 por 10 cm), que cualquier viajero podía llevar consigo. Lo que hoy llamaríamos un GPS de papel. Treinta años después, Alonso de Meneses lo revisó sin grandes aportaciones. Antes aún, Hernando o Fernando Colón - el hijo del Almirante - había comenzado en 1517 una Descripción y Cosmografía de España que Carlos I mandó detener en 1523, porque en aquellos tiempos levantar mapas y medir caminos era casi tan delicado como trazar fronteras.
Villuga describía cada itinerario con precisión de notario: título de la ruta, número de leguas entre el origen y el destino, relación de pueblos y ventas, y, junto a cada nombre, la distancia en leguas o medias leguas. Todo en números romanos, donde la “i” y la “j” eran intercambiables. La legua, esa medida tan española, equivalía a lo que un hombre podía recorrer en una hora: entre cuatro y siete kilómetros. Claro que había leguas largas y cortas, lo que en cristiano significa que las cuentas nunca cuadraban del todo. El viajero podía acabar maldiciendo entre el polvo de Castilla porque aquella legua prometida se estiraba hasta ocho kilómetros o se quedaba en cuatro. Lo habitual en un país poco dado a la exactitud.
Nuestro itinerario, por tanto, no nace de la ocurrencia, sino de la intención de recuperar el antiguo Camino Real de Valencia a Castilla, mucho antes de que Madrid y su Puerta del Sol fueran elevados a la categoría de Kilómetro Cero de España. Eran tiempos en que los caminos no tenían un ombligo único, sino que seguían respirando por donde la Historia les había marcado: sendas romanas, calzadas visigodas, rutas medievales y aún huellas más antiguas. Ese itinerario se usó, sin interrupción, hasta bien entrado el siglo XVII.
Por esos caminos, los coches de caballos avanzaban con suerte ocho leguas diarias. Los caminantes, apenas cinco. Un caballo al paso rendía seis kilómetros por hora durante nueve horas, al trote alcanzaba doce, y al galope podía llegar a veinticinco, pero no más de una hora seguida. Y todo eso, claro, en terreno llano: la cuesta reducía cifras y ánimos a la mitad. Sólo con postas bien dispuestas, cambiando montura cada veinte kilómetros, un correo podía cubrir hasta ciento cincuenta en un día. Hazañas entonces, anécdotas hoy para un ciclista con piernas entrenadas.
Ambrosio de Salazar, en su Guya [Guía] de Caminos de 1612, recogió la ruta de Valencia a Alcalá de Henares: cincuenta y cinco leguas de polvo y piedra, donde omitió Uclés, aunque seguía la misma línea que Villuga.
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Sahelizes 1 [ Saelices ]
Villa ruvia 1 [ Villarrubia ]
Tarancon 2
Vlinchon 1
Fuente Dueña 2
El pozuelo de la Soga 3 [ Belmonte de Tajo ]
Chinchon 5
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Y Alonso de Meneses, en 1576, también la describió con sus nombres y sus cifras. Una letanía que hoy leemos como quien escucha un eco antiguo: “Vclés iii, Vlinchón iii, Fuente Dueña ii, Chinchón iiii, Valdemoro ii, Móstoles iiii…”
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Vcles iii
vilinchon iii
fuente dueña ii
Chinchon iiii
bayoya iii
valdemoro ii
mostoles iiii
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Esos son los caminos que proponemos recorrer en bicicleta. Y quizá, al hacerlo, podamos poner nuestras ruedas donde antes se desgastaron herraduras, suelas de peregrinos y ruedas de carretas. Porque a fin de cuentas, cada itinerario es algo más que un trayecto: es un puente entre lo que fuimos y lo que seguimos siendo.
Lamentablemente, no todo el camino está hecho de tierra vieja y silencio de encinas. Entre Ciempozuelos y Belmonte de Tajo - antiguo Pozuelo de la Soga - habría que resignarse al asfalto. Siempre queda la alternativa de desviarse en Titulcia y, a costa de un rodeo, enlazar por pistas hacia Villaconejos y Colmenar de Oreja. Pero en ese caso sacrificaríamos la fidelidad al itinerario de Villuga, saltándonos una de sus estaciones. Y este proyecto, que lo es de reconstrucción tanto como de viaje, no merece demasiadas concesiones.
De cualquier modo, lo hemos dicho ya: es sólo un proyecto. Algo que debe perfilarse, afinarse y, llegado el buen tiempo, ponerse en práctica. La idea sería rodar hasta Uclés y dormir en la Hospedería, al amparo de sus muros, como tantos viajeros y soldados de otras épocas. Y al día siguiente, regresar. Varias opciones se abren entonces, cada una con su propio eco de Historia:
- Volver en tren desde Tarancón a Madrid, como haría cualquier viajero moderno que prefiere ahorrar fuerzas para la siguiente salida.
- Rodar de Uclés a Ocaña y descender después a Aranjuez, donde esperan los cercanías como un salvoconducto contemporáneo.
- Deshacer nuestras rodadas, porque hay viajes que sólo se cierran regresando sobre los propios pasos.
- Seguir el itinerario descrito en la “Descripción y Cosmografía de España” de Hernando Colón, redactado en 1517. Ese camino enlazaba Segovia con Ocaña, y nosotros lo recorreríamos al revés: de Humanes a Torrejón de Velasco, Puente de Palomero, Esquivias, Borox, Ciruelos y finalmente Ocaña, plaza mayor de la Orden de Santiago. Desde allí, de forma natural, el trazado lleva a Santa Cruz de la Zarza y culmina en Uclés.
- Revivir el itinerario de la reina Isabel la Católica cuando, tras la muerte del Maestre de la Orden de Santiago, viajó desde Toro a Uclés para nombrar a su esposo Fernando como sucesor. El trazado, en teoría, sería el mismo que describe Hernando Colón. Pero las circunstancias de la guerra civil castellana obligaron a los Reyes Católicos a desviar su ruta. Evitaron Móstoles - fiel a Juana la Beltraneja - y se encaminaron a Getafe, desde donde, sin dejar rastro exacto, habrían de cruzar el Jarama y el Tajo por Aranjuez, enclave de descanso de la Orden. Como castigo a su deslealtad, Móstoles vería arrasada, años después, su casa fuerte o torreón. Así escribía la Historia, con pólvora y piedra, las páginas que hoy intentamos leer en voz baja desde la bicicleta.
Lo fascinante de todo esto es que, sobre el mapa, los caminos parecen líneas muertas. Pero basta pisarlos para sentir que aún laten. Cada desvío, cada legua o posta, esconde intrigas de reyes, fidelidades traicionadas, correos que galopaban hasta desangrar caballos, peregrinos que rezaban entre el polvo, soldados que medían sus jornadas por la fatiga de los pies. Y ahora, cinco siglos después, el viajero de bicicleta puede resucitar esas huellas, hilvanando el trazado con sus propias rodadas.
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Sahelizes 1 [ Saelices ]
Villa ruvia 1 [ Villarrubia ]
Tarancon 2
Vlinchon 1
Fuente Dueña 2
El pozuelo de la Soga 3 [ Belmonte de Tajo ]
Chinchon 5
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También en el REPERTORIO DE CAMINOS por Alonso de Meneses 1576 describe este camino.
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Vcles iii
vilinchon iii
fuente dueña ii
Chinchon iiii bayoya iii
valdemoro ii mostoles iiii
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Sin duda toda una serie pista de tierra dignas de disfrutar en MTB.
Ayer a las 0:19
Fernando Lalanda Pijoan Puntualicemos
Ayer a las 13:40