Introducción: El Desafío del Caminante Renacentista
El siglo XVI en España fue una época de intensa movilidad. Los viajes a medias y largas distancias, antes reservados a la realeza, se generalizaron. Para asistir a esta creciente necesidad de orientación, surgieron publicaciones clave como el Reportorio de todos los caminos de España de Pero Juan Villuga (1546) y el Repertorio de Caminos de Alonso de Meneses (1576), considerados las primeras guías de carreteras de la península.
Estos manuales de bolsillo indicaban meticulosamente las distancias parciales y totales entre lugares, utilizando casi exclusivamente una unidad de medida itineraria: la legua.
Sin embargo, el caminante del Renacimiento se enfrentaba a una realidad desconcertante: la legua no era una unidad fija, sino una medida elástica. Su valor fluctuaba dramáticamente, dependiendo de la región, la topografía y el propósito (legal o práctico) de la medición.
1. La Legua Itineraria: La Medida del Esfuerzo
La legua empleada comúnmente en los caminos y repertorios era esencialmente una medida de tiempo o esfuerzo, concebida como la distancia que un hombre podía recorrer en una hora.
En términos de cálculo práctico, se estimaba que, en general, una legua equivalía a cuatro mil pasos, y cada paso a cinco pies comunes.
- Uso en los Repertorios: Tanto Villuga como Meneses consignaban las distancias en leguas y medias leguas.
- Valor Kilométrico: Esta legua itineraria variaba considerablemente, oscilando entre cuatro y siete kilómetros aproximadamente, o incluso entre 5 y 9 km según algunos análisis. La variación constante obligaba a los viajeros, como el que se dirigió de Córdoba a Compostela en 1612, a informarse de cuántas leguas esperaban por delante en cada lugar, ya que "no tenían la misma en todas las regiones de España".
2. Las Leguas Oficiales y Cosmográficas
Mientras los viajeros usaban la legua flexible, la Corona y los científicos intentaban establecer patrones más rigurosos, generando varias definiciones concurrentes:
Tipo de Legua | Equivalencia y Referencia | Valor Estimado | Uso o Comentario |
Legua Legal o Jurídica | Tres millas o 3.000 pasos. | ≈ 4.179 m. | Impuesta por las Siete Partidas y utilizada para cuestiones oficiales o pleitos entre 1261 y 1587. |
Legua Común o Vulgar | Cuatro millas, o 6,666,666 varas castellanas. | ≈ 5.572 m. | Fue la unidad restablecida por Felipe II en 1587 mediante la Pragmática de la Legua, desechando la legua legal de tres millas. |
Legua Geográfica | Basada en 17½ leguas por grado terrestre. | ≈ 6.35 km. | Empleada por los cosmógrafos del siglo XVI. |
La disparidad era tal que, a pesar de los esfuerzos de reyes como Alfonso X, los Reyes Católicos o Felipe II por unificarlas, las leyes que lo intentaban a menudo fracasaban.
Incluso el cosmógrafo Pedro de Esquivel, contemporáneo de la época, propuso tomar un tramo específico en Alcalá de Henares (desde la puerta de Guadalajara hasta el mesón de Canaleja) como una "vara de medir" para todas las leguas de España, utilizando la legua común de cuatro millas (5.572 m).
3. El Mosaic Regional: Las Leguas con Adjetivos
La inconstancia de la legua se manifestaba en la práctica, donde el estado del camino y la topografía del lugar dictaban la distancia real. Por ello, los documentos de viajeros y los itinerarios de Hernando Colón (iniciados en 1517) describían la legua con adjetivos que reflejaban la dificultad del tránsito.
3.1. Leguas Largas y Grandes (Llanuras y Despoblados)
Las leguas eran consideradas "largas" o "grandes" en aquellas regiones donde el camino era fácil o el terreno estaba despoblado, haciendo que la distancia percibida fuera mayor de la esperada.
- Galicia y Andalucía: Se advertía que las leguas de Galicia eran "maiores" que las de Andalucía.
- Tierra de Campos: Esta región llana se caracterizaba por tener "leguas muy largas".
- Aragón y La Mancha: En el centro y este peninsular, las leguas eran a menudo "grandes". Las leguas de Aragón, La Mancha de Aragón y el priorazgo de San Juan eran destacadas como "grandes". Incluso entre Lodares y Arcos, se citaba una legua "muy grande, que vale por 2".
- Caminos específicos: Se mencionan seis leguas grandes entre La Bañeza y Benavente.
3.2. Leguas Cortas y de Cuesta (Montañas y Terrenos Agrestes)
En contraste, las leguas eran más cortas en zonas difíciles o montañosas, ya que el tiempo de recorrido por el esfuerzo era el mismo para una distancia menor.
- Leguas Pequeñas: Se citan cinco leguas "que son pequeñas" entre Villacastín y Madrid.
- Leguas de Cuesta o Fragosas: La topografía era el factor dominante. Los itinerarios registraban leguas "en cuesta" o de "cuesta abajo". Por ejemplo, en el camino hacia Guadalupe, por terreno montuoso, tres leguas "no tienen fin".
- Terreno Agreste: El Vocabulario de Hernando Colón califica los terrenos entre poblaciones como "llanas" o "dobladas" (terreno rugoso). Incluso la mala calidad del camino (como el de La Puebla de Alcocer a Esparragosa de Lares) justificaba aumentar el cálculo de leguas. En terrenos difíciles, como el camino de Constantina a Azuaga, se llegaba a poner "siete leguas que son más que nueve".
La legua en el siglo XVI era más una variable de "cuánto se suda" que de distancia métrica, reflejando el carácter fragmentado del territorio y las dificultades de medición en una época previa a la estandarización.